El informe del PNUMA dice que Somalia es uno de los tantos países empobrecidos que desde los años ‘80 está recibiendo innumerables cargamentos de residuos nucleares y otros desechos tóxicos almacenados a lo largo de la costa. Entre otros, uranio, cadmio, plomo y mercurio.
Tales son los pretextos de las autoridades del distrito local de El Dehere. Según el periodista italiano Massimo Alberizzi, se hicieron llegar tanto a la ONU como a la UE, numerosas quejas sobre las consecuencias para los seres humanos y el medioambiente del almacenamiento descontrolado de residuos nucleares y tóxicos en Somalia. Hasta ahora nadie se ha movido.
Los ecologistas protestaron. Según ellos, el control de las rutas de la basura atómica no significaba impedir su embarque para el Tercer Mundo. Hasta que en 1995, a la Convención de Basilea se le añadió un apéndice por el que a los estados miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, se les prohibía exportar residuos tóxicos a los estados que no pertenecían a la OCDE. Este añadido chocó con la oposición de EE.UU. que no firmó el artículo adicional. Otros productores de residuos, buscaron otros rodeos para deshacerse de su desechos nucleares. La empresa ODM de Lugano incluso ofrecía en Internet los mejores sitios para el almacenamiento de desechos nucleares.
Y los negocios con la basura nuclear continuaron, mientras tanto, a gran escala. Desde Somalia llegaron indicios de que el depósito de residuos nucleares de Obbia estaba custodiado por “soldados extranjeros” y no por la milicia somalí. Según una fuente confiable, los franceses y los estadounidenses dieron luz verde ya en los ‘80 para la construcción de un depósito de residuos nucleares en esta región. También el señor de la guerra somalí, general Morgan, al sur de Somalia, afirma que varios representantes extranjeros lo visitaron en Nairobi para comprar su autorización para el depósito de residuos nucleares, que rechazó.
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